Quizá los temores de Claudio Borghi por estirar la “pata” y la poca vergüenza del árbitro Raúl Orosco no eran suficientes para un país que dentro de su cultura guardaba algunos conjuros. Esos que de alguna manera se camuflaron en el resultado.
Resulta que el área de prensa de la Federación Peruana de Fútbol se percató y tomó una foto de un muñeco que yacía tirado en la parte posterior del arco de Raúl Fernández.
Lo curioso era que dicho hombrecito de trapo llevaba el uniforme peruano y una de las piernas cortadas. Asimismo, la parte posterior era de color gris, mientras que el pecho se encontraba sujetado por unos cables de electricidad. ¿Cruel, no?
El hecho en su momento quedó en lo anecdótico, pero lo cierto es que de alguna manera desde Santiago iniciaron su guerra con maniobras sucias, esas que van más allá de un partido de fútbol.
Habría que recordar que bajo esas historias, los credos nos llevan a pensar que el efecto rebote es más peligroso y que de esas artimañas en nuestras tierras se conocen como el “Padre Nuestro”.
Que no se olviden que en esta pequeña batalla, nuestra mayor ventaja es que nosotros definimos de locales. Tendrán que cuidar, ahora, sus “muñecos”.
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